¿Qué haría yo sin mi familia? Ellos han sido el lugar donde ir cuando me he sentido perdida; son mis mayores «fans» y mi razón principal para seguir adelante.
No es de extrañar que Dios dijera: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea» (Génesis 2:18, RVA 2015). En realidad somos mucho mejores personas cuando estamos rodeados por otros; necesitamos familia, amigos y vecinos. Así como Dios escogió a la familia perfecta para mí, escogió a muchos miembros del cuerpo de Cristo que han llegado a ser muy importantes en mi vida.
He estado en el ministerio por más de 20 años. Al principio trabajé junto a mi prometido, y ahora hemos trabajado juntos como marido y mujer durante 20 años. Hemos tenido el privilegio de servir con personas increíbles que han sido grandes mentores en nuestras vidas personales y ministerios.
Muchos han invertido en nosotros como familia y como ministros en la Iglesia Cuadrangular. Todavía tengo mucho que aprender, pero sé sin duda que no estaría donde estoy hoy si no fuera por los muchos que han llegado a ser tan importantes en mi vida.
Valoro altamente a la familia, y no sólo a las personas relacionadas por sangre o matrimonio. También valoro a la gente en el ministerio, hombres y mujeres de todos los trasfondos y culturas, con los que nos hemos conectado—casi de manera divina.
Habiendo crecido en Nicaragua y trasladado a los Estados Unidos cuando tenía 16 años, nunca pensé que iba a llegar a conocer a tanta gente de tantos lugares diferentes, personas que ahora considero mi familia. Pastores, líderes, voluntarios, ancianos, maestros, compañeros de trabajo y sencillos siervos de Dios que ahora son parte de mi círculo familiar. Doy gracias a Dios por cada persona con la que he tenido alguna conexión.
Las personas que ahora son parte de mi vida y mi mundo juegan un papel importante en mi vida, ministerio y trabajo. Me refiero a ellos como familia porque paso mucho tiempo con ellos, aprendiendo de ellos, creciendo con ellos y sirviendo con ellos.
Me gusta ver esto como la vid y los pámpanos a los que Jesús se refirió. Seguramente tiene que haber más de un pámpano conectado a la vid, de lo contrario, no sería una vid fructífera. Soy un pámpano mucho mejor, una persona mucho mejor y una líder mucho mejor cuando estoy conectada a la vid y a otros pámpanos; llevo más fruto de esa manera.
Dios pudo haber dejado a Adán solo y que intentara disfrutar de todo por sí mismo, pero qué triste hubiera sido para él. En vez de eso, Dios creó a otro ser adecuado para Adán y lo completó.
Cuando Jesús terminó su ministerio terrenal y encomendó la propagación del evangelio a sus discípulos, escogió a personas que no parecían tener mucho en común—excepto que estaban conectados por la misma pasión y visión. Ellos sirvieron al mismo Señor y recibieron la misma comisión.
Necesitamos gente que camine junto a nosotros, se ría con nosotros, llore con nosotros y sirva con nosotros. Somos un cuerpo, y nos necesitamos unos a otros para cumplir el llamado de Dios en nuestras vidas. No fuimos hechos para funcionar solos; fuimos hechos para vivir en familia y comunidad.
La familia es para siempre y no se limita al linaje. Familia también se compone de las personas que Dios ha traído a nuestras vidas para permitirnos llegar más alto de lo que podemos por nosotros mismos.
Los Distintivos Globales, acordados por casi 240 líderes en la Cumbre Global 2012, son seis principios unificadores que unen a toda nuestra familia Cuadrangular en doctrina y cultura.
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