“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
“Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, además de lo que han visto en mí y el Dios de paz estará con ustedes” (Filipenses 4:4-9, NVI).
La paz no es la ausencia de ansiedad o caos; es el poder transformador de la gracia de Dios en medio de la tormenta.
Vivimos en una época de energía frenética, sobreestimulación y sentidos dispersos. La política, la guerra, las redes sociales y todas las voces fuertes tienden a ahogar nuestros pocos y preciosos momentos de reflexión tranquila. La paz es difícil de lograr. A menudo vivimos con una ansiedad interna sostenida, agravada por las hostilidades y los conflictos externos que parecen acampar continuamente a nuestras puertas. Pero la paz no es la ausencia de ansiedad o caos; es el poder transformador de la gracia de Dios en medio de la tormenta.
Recientemente me di cuenta de que la breve frase de Filipenses 4:5, “el Señor está cerca”, no es una inserción superflua, sino que en realidad es la clave para entender todo lo que sigue. La paz de Dios puede guardarlo a usted porque el Dios de paz está cerca. La paz es una Persona: Jesús, nuestro Príncipe de Paz. La presencia de Jesús entre nosotros nos permite nombrar las ansiedades que atormentan nuestras almas y ponerlas en Sus capaces manos. Él nos equipa con acción de gracias para ver más allá de las terribles circunstancias que causan nuestro dolor y confiar en la bondad de Dios a pesar del caos que vemos en el mundo. Él nos empodera con un espíritu amable; la capacidad de vivir en paz con los demás en un mundo de conflictos.
Un estudio realizado por Oxford University Press en 2004 descubrió que estos atributos— amabilidad, gratitud, paz—en realidad cambian nuestro cerebro y nuestro corazón a nivel fisiológico. Nuestros cerebros liberan dopamina y regulan el cortisol, nuestros corazones empiezan a latir con mayor sincronización; ¡la paz de Dios literalmente guarda nuestros corazones y nuestras mentes! En medio de otra época navideña caótica y de un tiempo en nuestro mundo lleno de tantas razones para temer, que la paz de Dios—y el Dios de paz—se acerque a usted.
Oración + reflexión
- Ore por paz en el mundo donde ha habido guerras y derramamiento de sangre.
- Ore por paz internamente donde la ansiedad y el temor han tenido el control.
- Ore por aquellos que no conocen a Jesús, que descubran al Príncipe de Paz esta Navidad.