Si me hubiese preguntado hace una primavera, les hubiese dicho que mi vida giraba alrededor de la Gran Comisión. Pasé años en el ministerio de jóvenes y alabanza y ahora estoy plantando una iglesia. Siempre he tenido una pasión por ver a las personas llegar a conocer a Jesús.
Y entonces fui al Medio Oriente y descubrí que me había estado faltando algo.
Ir a una parte del mundo donde pocos conocen de Jesús me abrió los ojos y fue descorazonador. Quedé realmente consciente del desafío de la gente no alcanzada por primera vez.
Quedé asombrado al comprender que a unas tres mil millones de personas aún les falta escuchar el evangelio. Y, aun así, solo una pequeña fracción de la fuerza misionera – y aún menos de los aportes cristianos – son destinados a esta tremenda necesidad.
Mi visita ha cambiado mi vida. Ha reformado la visión y estrategia que tenemos mi esposa, Jen, y yo en lo que plantamos Light Church en Encinitas, California. La gente no alcanzada ahora forma parte de lo que somos y lo que seremos – desde el involucramiento local con refugiados hasta el apoyo a las obras en el extranjero de Foursquare Missions International. Esto no es una distracción de nuestros esfuerzos por alcanzar a la gente aquí en los Estados Unidos. Mas bien, creo, los mejora y enriquece. Tenemos un mayor sentido del reino de Dios y nuestro lugar en él, no solo en nuestra comunidad sino hasta en los confines de la tierra.