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Al oír de varios de los principales atentados en nuestro mundo, incluyendo los de Estambul, Turquía; Niza, Francia; Orlando, Florida; y otras ciudades, no puedo evitar preguntarme qué impulsa estos actos de violencia.

Nuestro mundo está lleno de tanto odio que fluye de individuos atormentados, organizaciones religiosas equivocadas, agendas políticas egocéntricas, ideologías torcidas y aun del mismo infierno. Es por ello que estoy tan agradecido de un Dios que escogió el amor como la expresión máxima de Su reino; es por lo que le alabo y le sirvo a Él y solo a Él.

Dios envió a Su Hijo Jesús para ayudarnos a recalibrar la vida alrededor del amor. Ese fue el ADN de la iglesia primitiva, la cual fue motivada por el ejemplo de Jesús. Nadie había impactado jamás al mundo como Él lo hizo. Las multitudes no podían mantenerse alejadas. Los marginados le amaban, los pobres le seguían, y los enfermos le buscaban. Pero a los líderes religiosos los enfurecía.

En su libro, They Like Jesus but Not the Church (Jesús Me Convence Pero No La Iglesia), Dan Kimball comparte su investigación tras haber entrevistado a un número de jóvenes en California que no van a la iglesia. Descubrió que, lejos de ser antagónicos en cuanto a la fe en Jesús, estaban abiertos a la fe pero dudosos de que la iglesia, tal y como ellos la conocían, pudiera enseñarles algo al respecto. Creían que la iglesia es una religión organizada con agenda política, que es negativa y prejuiciosa en su perspectiva, y que por lo general, es predominantemente masculina, homofóbica y fundamentalista. Kimball resumió sus actitudes citando a Gandhi, quien dijo: «Me gusta su Cristo; pero no me gustan sus cristianos. Ustedes, cristianos, son tan poco parecidos a Cristo.»

Si el mundo en el que vivimos hoy ha de ser alcanzado con el evangelio, entonces la identidad, el ministerio y la misión de la iglesia tendrán que reorientarse y recalibrarse en torno a la persona de Jesucristo. La doctrina de nuestra iglesia sobre Cristo tiene que alinearse con Su señorío e influir todas nuestras percepciones doctrinales y nuestra misión.

Así que, ¿cómo volvemos a Cristo? Primero, necesitamos reconocer que no podemos separar a Cristo de la iglesia. Segundo, tenemos que redescubrir el ADN de la iglesia primitiva que estaba centrado en Jesús y Sus enseñanzas. Tercero, tenemos que vertirnos en la Escritura, en especial en los Evangelios, y permitir que la riqueza de la verdad sature nuestras mentes y espíritus. Finalmente, necesitamos estar abiertos a un toque fresco del Espíritu Santo. Jesús dijo en Juan 15:26 que este Consolador (RVR1960), daría testimonio de la vida y ministerio de Jesús.

Al continuar impulsando las Cinco Estacas de Re-imagina La Iglesia Cuadrangular, y mientras seguimos alineándonos a la Gran Comisión (Estaca 1), estaremos posicionados para alinearnos con los fundamentos con que Jesús edificó Su iglesia. Si estamos haciendo discípulos, tienen que ser Suyos y no nuestros. Sus instrucciones fueron que les enseñásemos las cosas que Él nos había enseñado. ¡Todo tiene que estar centrado en Él!

Durante los próximos cuatro años, al final de los cuales mi tiempo en el cargo concluirá, nos enfocaremos en el ministerio cuádruple de Jesús como Salvador, Bautizador, Sanador y Rey. Empezaremos en el 2017 enfocándonos en Jesús como, «Una Causa Por La Que Vivir y Una Causa Por La Que Morir». Él es el centro de todo y la razón de todo. Exploraremos cómo hacer de nuestro mensaje en el Siglo 21 más acerca de Él. Vivimos en un mundo en donde muchos han renunciado a la religión institucionalizada; pero están más abiertos que nunca a Jesús. ¡Démosles a Jesús!

Hay mucho más por venir, pero quiero terminar con una historia del libro ReJesus: A Wild Messiah for a Missional Church (solo en inglés) por Michael Frost y Alan Hirsch:

Se cuenta una historia de un joven soldado del ejército de Alejandro Magno quien desertó su puesto pero fue buscado y capturado por los hombres de Alejandro. Usualmente, los desertores eran sumariamente ejecutados por estos antiguos cazadores de recompensas; pero, según esta historia, el joven fue llevado ante la presencia del rey. Alejandro le exigió al desertor que le dijese su nombre. «Comparto el nombre de mi rey», le dijo el soldado. «Mi nombre es Alejandro». Mientras que el rey llegó a perdonar al desertor, no lo hizo antes de insistir: «Joven, cambia tu vida o cámbiate el nombre».

Muy pronto les estaremos compartiendo sobre los planes para el 2017, ¡y queremos que todo trate de Jesús!

sirvió como el presidente de La Iglesia Cuadrangular de 2009-2020.
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