En su libro The Spirit of the Disciplines [El espíritu de las disciplinas], Dallas Willard escribe: “Por lo tanto, ayunar para el Señor es banquetearnos—banquetearnos en Él y en hacer Su voluntad”.
El ayuno es una práctica antigua que nos prepara para enfocar nuestras atenciones en Dios y Sus prioridades; un reemplazo intencional de algo que disfrutamos para abrazar otro placer. El verdadero enfoque del ayuno siempre es Dios mismo, y Su presencia y propósito en nosotros.
Todos nosotros necesitamos algunas disciplinas sólidas que nos alejen del ajetreo del “hacer” a un ambiente más contemplativo, un espacio en el que nos encontramos con Dios y experimentamos Su gloriosa presencia. Eso suena bastante bien, ¿verdad? Entonces, ¿por qué es tan difícil para algunos de nosotros abrazar la disciplina espiritual del ayuno?
Bueno, algunas personas tienen otras disciplinas a las que se han acostumbrado; hallan verdadera conexión con Dios por medio de la adoración o la oración, algunos al estar a solas, y otros por medio de actos de servicio. Alguna gente realmente disfruta comer y le parece difícil pasar tiempo sin comida. Alejarse de las rutinas diarias puede ser desafiante. Para algunos de nosotros, ayunar parece sencillo, pero la práctica del ayuno se complica por todo tipo de asuntos que conspiran para debilitar nuestra determinación.
Razones para ayunar
Hay muchas buenas razones para ayunar. Dietrich Bonhoeffer, en su libro The Cost of Discipleship [El costo del discipulado], escribe: “Jesús da por sentado que Sus discípulos observarán la costumbre piadosa del ayuno. El ejercicio estricto del dominio propio es una característica esencial de la vida cristiana. Tales costumbres solo tienen un propósito—hacer que los discípulos estén más listos y felices de lograr aquellas cosas que Dios hubiera hecho”.
El dominio propio puede ser difícil y solo se logra por la práctica. Es una disciplina de perseverancia que es fortalecida por la consistencia y el esforzarse más allá de uno mismo. Cuanto más ayune, más apreciará la cercanía a Dios que esto trae, la paz que disfruta en Su presencia. Parece que Bonhoeffer creía que lo uno es el resultado de lo otro—que la disciplina del ayuno alimenta nuestra disposición a abrazar las cosas de Dios y el gozo que viene con ello. Esa es una muy buena razón para ayunar.
El ayuno es una práctica antigua que nos prepara para enfocar nuestras atenciones en Dios y Sus prioridades; un reemplazo intencional de algo que disfrutamos para abrazar otro placer.
El ayuno en la Biblia
En la Biblia hallamos que algunos maravillosos héroes de la fe ayunaron. La mayoría de nosotros sabe de Daniel y su compromiso de abstenerse de comidas sofisticadas. Le pusieron su nombre a un tipo particular de ayuno. Samuel, Ester y Joel reunieron grandes grupos de personas para ayunar y orar, para buscar a Dios y Su divino favor. El Rey David se humilló por medio del ayuno.
Tanto Nehemías como Jonás ayunaron para interceder por gente que necesitaba una mayor comprensión y dependencia de Dios. Jonás hasta logró que un rey convocase a un ayuno nacional para buscar la misericordia y el perdón de Dios. Todos vistieron telas ásperas y se sentaron en el polvo para orar y arrepentirse de sus malvados caminos. ¿Sabe cuál fue el resultado de toda esta oración y ayuno? Ellos se enfocaron en Dios en vez de en sí mismos, y Dios derramó Su compasión sobre ellos.
En el Nuevo Testamento, vemos que, durante un tiempo de oración y ayuno, algunos líderes de la iglesia en Antioquía escucharon al Espíritu Santo dirigirles a apartar a Pablo y a Bernabé para “el trabajo al que los he llamado” (Hechos 13:2, NVI). Sabemos el resto de la historia y probablemente seamos los beneficiarios directos de ese tiempo de ayuno y oración en Antioquía.
Y entonces, por supuesto que tenemos a Jesús. Él apartó tiempo para enfocarse en Su relación con Abba Padre. Intencionalmente enfocó Sus deseos en aquel que le importaba más a Él. Durante uno de sus tiempos de ayuno, Jesús fue tentado a hacer aparecer un tentempié. Su respuesta al tentador fue: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Qué poderosa verdad: Somos sostenidos divinamente por lo que Dios nos da.
El primer paso para ser sostenidos por toda palabra que viene de Dios es alejarnos del ajetreo del mundo alrededor nuestro por suficiente tiempo para diferenciar Sus palabras de todas las otras palabras que constituyen nuestro entendimiento humano. Estas son distintivamente diferentes. Jesús nos mostró cómo despertar nuestra alma a la gloriosa presencia de Dios. El ayuno y la oración, el trabajo juntos, nos despiertan para enfocarnos en los anhelos divinos que Dios ha creado en nosotros para disfrutarlo a Él y buscar Su increíble, hermosa, sanadora y poderosa presencia.
Diferentes maneras de ayunar
Hay muchas maneras de ayunar y tipos de ayunos. Algunos ayunan distintos tipos de comida o se saltan una comida o dos para usar ese tiempo para orar. Algunos súper-ayunadores pasan prolongados periodos de tiempo sin comida sólida alguna. El método no es el verdadero asunto, así que siga adelante y escoja el que sea mejor para usted o lo que siente que Dios le está incitando a hacer.
Recuerde, planear lo que usted hará durante su ayuno es tan importante como planear cómo ayuna. Escoja algunas buenas escrituras para meditarlas, o un asunto específico que realmente requiere un tiempo a solas con Dios.
Sea que usted sea un “ayunador” o un “quiero-ser-ayunador”, por favor profundice en la piadosa costumbre del ayuno. Espere que Dios se encuentre con usted en la soledad de su ayuno escogido y que lo acerque a Él. A Él le encanta pasar tiempo con usted. Cualquiera sea el nivel en el que usted se halle, profundícelo y hágalo más a menudo.
Un último pensamiento. Ayunar de comida no es el único tipo de ayuno. Jesús pasó una tarde ministrando a una mujer quebrantada. Trajo sanidad a su fracturado sentido de identidad y le mostró que Dios tenía mucho más para ella de lo que ella pensaba. Cuando Sus amigos le preguntaron si Él quería algo de comer, Él maravillosamente dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34, RV1960). Jesús se llenó al cuidar de esta alma lastimada. Enfocó Su tiempo en sus necesidades, y a cambio, Sus necesidades fueron suplidas por la comida especial de Dios para el alma.
Este tipo de ayuno es mucho más parecido al verdadero ayuno del que habló Isaías: “El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?” (Is. 58:6-7, NVI).
Creo que este tipo de ayuno realmente se necesita hoy. Nuestro mundo está desesperado por personas que rompan cadenas y provean refugio. ¿Tal vez debería ser este su ayuno escogido?
Todo ayuno implica apartarse intencionalmente de uno mismo para enfocarse en Dios y Su presencia y planes para usted. Por favor únasenos y ayunemos como familia Cuadrangular. Cualquiera que sea su preferencia de ayuno, deléitese en las palabras de Dios y Su presencia en todo lo que usted hace.