Un sello distintivo del pueblo de Dios es que nos inclinamos hacia la gratitud. No podemos forzar la gratitud; esta fluye de ver nuestras vidas a la luz de Su gracia.
En la raíz de nuestra palabra bíblica para “gracias”, eucharisteo, está la palabra que traducimos como “gracia”, charis.
Un creyente no debería vivir con lo siguiente:
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- Derecho: “Me debes”.
- Orgullo: “Lo merezco”.
- Descontento: “No soy feliz con lo que tengo”.
- Envidia: “¿Por qué ellos?”
La gratitud es una expresión de humildad, reconociendo que nuestra necesidad y la provisión de Dios se han unido en Cristo.
“Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; … Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:17,19, RV1960).
Como seguidores de Jesús, no necesitamos una cena sofisticada y una fiesta en noviembre para recalibrar nuestros corazones y pensamientos. Simplemente necesitamos una mesa eucarística consistente que involucre algo de pan y vino para recordarnos que Dios ha sido bueno con nosotros en Cristo.
Reflexionemos sobre Su gracia que lo cubre todo con verdadera gratitud al reunirnos esta semana para dar gracias.
Reflexione + Ore
1. Al celebrar el Día de Acción de Gracias el jueves, pídale a Dios revelarle todo pensamiento o sentimiento de derecho egoísta en su corazón que necesita ser confesado.
2.. Piense en cómo el ser agradecido solo trata de reconocer la gracia de Dios. Pase tiempo en oración de agradecimiento por esa gracia en su vida.
3. Considere cómo puede incluir la eucaristía, la mesa del Señor, en su celebración de Acción de Gracias.
4. Pídale a Dios preparar su corazón para Adviento, que comienza el domingo, y que prepare los corazones en su congregación para abrirse a Jesús como Salvador, sanador, bautizador y Rey que viene pronto.
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