“El Espíritu de Dios está junto a nosotros para ayudarnos. Si no sabemos cómo o qué orar, no importa. Él hace nuestra oración en y por nosotros, haciendo una oración de nuestros suspiros sin palabras, nuestros gemidos dolientes”. (Romanos 8:27, MSG, traducción libre al español)
Durante tiempos increíbles y difíciles, hacemos nuestras oraciones sinceras más profundas – aquellas cosas en las que pensamos mucho, de las cuales no hablamos mucho, pero que sentimos y personificamos intensamente. Estas simples y constantes oraciones en nuestra mente, corazón y espíritu van más allá de las oraciones de sustento y forjadoras de Cristo y la liturgia.
A veces simplemente necesitamos resistencia, sanidad, fe, esperanza o gratitud. Cuando no hay palabras, o solo unas pocas, el Espíritu Santo nos ayuda.
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí.
Gracias.
Por favor ayuda.
Sana. Salva. Guía.
Ven, Señor Jesús.
Que se haga Tu Voluntad.
Que venga Tu Reino.
Entonces quietamente descansamos en la presencia de Dios, apuntando a la unión con Él y a ser restaurados por Jesús. Estamos atentos a la quieta voz de amor, asegurándonos:
Estate quieto.
No temas.
Vive en Mí.
Siempre estoy contigo.
Eres amado.
Soy Tu Pastor.
Tengo esto.
Haré un camino.
Completaré la buena obra que he comenzado.
Oración + Reflexión
1. ¿Cuáles son las oraciones profundas moviéndose en su mente, corazón y espíritu?
2. Al descansar y escuchar, ¿cómo está hablando Dios seguridad a su alma?
3. Lleve esta restauración del alma que ha recibido con usted durante su día.