“Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron: —Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias. Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?
“Conociendo sus malas intenciones, Jesús replicó: —¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? Muéstrenme la moneda para el impuesto. Y se la enseñaron. —¿De quién son esta imagen y esta inscripción? — les preguntó.
“—Del césar —respondieron. —Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.” (Mateo 22:15-21, NVI).
Con nuestras elecciones nacionales acercándose, quiero llamar su atención a tres palabras: carácter, civilidad y Cristo. Estas tres cobran importancia ahora y seguirán siéndolo mucho después de la temporada de elecciones.
El carácter es lo que más importa
Jesús no nos dice cómo votar. En la Biblia no hay un registro del Señor recomendando una orientación política en particular. Resulta claro de los Evangelios que Él no está tan preocupado con nuestros votos, como con nuestros valores. Esto lo vemos en el ejemplo de Su vida y ministerio, donde demuestra que la influencia viene más bien del carácter personal que de una afiliación política. Jesús nos da algo mucho más poderoso que el apego a un partido político. Él ofrece a Sus seguidores una forma increíblemente atractiva de vivir que atraerá la admiración del mundo, si vivimos esos valores exhibiendo el carácter de Jesús.
Él aclaró esos valores en el sermón más famoso alguna vez predicado, el Sermón del Monte. Léalo una vez más y considere la descripción de Jesús del carácter que Sus seguidores exhibirán. Al navegar por la última semana de esta temporada de elecciones, pregúntese: ¿Cómo pensó Jesús que los cristianos influenciarían al mundo? ¿Cómo serían sal y luz? Entonces pregúntese, ¿es la descripción de Jesús de Sus seguidores, la cara pública del cristianismo en los Estados Unidos ahora mismo?
Estas preguntas son importantes porque lo que el mundo más necesita no es otra agenda política de la iglesia. Necesita que el pueblo de Jesús viva más como Él lo hizo. Hablando en general, hemos fallado en hacerlo de manera consistente. La evidencia de ese fracaso es un éxodo de gente, especialmente de jóvenes adultos, abandonando la iglesia a un ritmo alarmante. Su huida, en parte, está estimulada por cristianos actuando como cualquier otro grupo de interés político, luchando por un pedazo del pastel. En vez de intentar atrapar migajas, debemos ofrecer al mundo una alternativa a la decepcionante pobreza de la política.
Los estadounidenses son un pueblo polarizado, desesperado por un mejor camino, personificado por las comunidades de fe que Jesús describió en Mateo 5:14-16: “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.” (NVI)
Jesús visualiza comunidades contrastantes de personas en las que jóvenes y viejos, solteros y parejas casadas, junto con padres y sus hijos, están compartiendo vidas prosperas y vibrantes en paz. Él ve gente de toda etnicidad y trasfondo cultural y de toda afiliación política, que comparten un verdadero shalom, no tan solo una ausencia de conflicto. ¿Qué si esa fuera la cara pública del cristianismo en los Estados Unidos? ¿Qué si los cristianos tomaran a Jesús en serio e intentaran vivir el Sermón del Monte?
Civilidad, de acuerdo a Jesús
La civilidad se define como el mostrar públicamente tacto, moderación y buenos modales hacia personas que son diferentes a nosotros o con quienes estamos en desacuerdo. Sin embargo, la civilidad es más que solo una expresión de cortesía pública. También fluye de un compromiso del corazón de ver a otras personas florecer porque Dios las valora.
Como citamos arriba en Mateo 22:15-21, Jesús una vez respondió a una pregunta que intentaba atraparlo, haciendo Él mismo una pregunta. Sosteniendo una moneda, dijo: “¿De quién son esta imagen y esta inscripción?” (v. 20). Continuando, Él mandó: “Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.” (v. 21).
Estas preguntas son importantes, porque lo que el mundo más necesita no es otra agenda política de la iglesia. Necesita que el pueblo de Jesús viva más como Él lo hizo.
Me imagino a Jesús también señalando a una persona en esa misma multitud y preguntándole: “¿De qué persona es esta imagen?” Todo judío escuchando, hubiera sabido que los seres humanos están hechos a la imagen de Dios. También habrían entendido, por implicación, que mostrar honra al dinero porque tenía la imagen del César, significaba que uno debería mostrar aún más honor a las personas, porque ellos llevan la imagen de Dios. ¿Por qué deberíamos tratar a otras personas con respeto, aun cuando estamos muy en desacuerdo con ellos? Lo hacemos porque todo ser humano está estampado con la imagen de Dios.
Esto es más fácil decirlo que hacerlo. Es difícil mostrar dignidad, honra y respeto a la gente si sus palabras, acciones e ideologías no son para nada honorables, decorosas o respetuosas. También puede ser difícil cuando los valores de alguien son tan diferentes a los nuestros. Este desafío es magnificado en una cultura que celebra, propaga y se beneficia de la demonización del “otro”. Es tan fácil caer en esta corriente cultural y olvidar las palabras de Jesús: “pero no es así entre ustedes”.
En Mateo 7:1-5, Jesús nos enseña que es posible observar las acciones y palabras de alguien con quien estamos en desacuerdo y, al mismo tiempo, abstenernos de juzgarlos. El abstenernos de juzgar no significa que dejamos de contender por la justicia y la rectitud; simplemente significa que observamos y esperamos y pedimos al Señor darnos sabiduría y humildad antes de reaccionar.
Cristo en el centro
Los políticos de la época de Jesús intentaron reclutarlo. En la historia donde le preguntaron a Jesús en cuanto al pago de impuestos, se hizo un intento de manipularlo a declarar Su lealtad política. Sus interrogadores querían saber si Él favorecía al partido anti-impuestos de los fariseos o al partido pro-impuestos de los herodianos. Intentaron reclutar Su influencia con fines políticos partidistas.
Desafortunadamente, los partidos políticos de nuestros días no son diferentes—excepto que han tenido éxito en lograr que muchos seguidores de Jesús crean que, de alguna manera, el Señor puede ser metido a la fuerza en uno de los dos grandes partidos políticos.
Jesús tuvo una respuesta sencilla para Sus interrogadores: Den a Dios lo que es de Dios. Él estaba diciendo: “No den su máxima lealtad—su corazón, su pasión, la misma esencia de su ser—a nada ni nadie que no sea Dios”. Cuando fallamos en poner atención a Su mandato, nos convertimos en idolatras.
Aunque me duele escribir esto, muchos cristianos en los Estados Unidos han convertido inconscientemente sus afiliaciones políticas en ídolos. ¿Cómo puede usted saber con certeza si ha hecho de algo un ídolo? Usted queda devastado, queda destruido, cuando se le quita. Si su casa se quema, o usted pierde su empleo, usted podrá estar triste o aún agobiado, y decir: “Por lo que estoy pasando es realmente duro”. Pero si sus posesiones o su empleo se han convertido en un ídolo, usted dice: “Este es el fin. No hay esperanza. ¡Mi vida se acabó!”
De acuerdo con el pastor y escritor Tim Keller, la política contemporánea en los Estados Unidos se ha convertido en un ídolo para muchos. Keller escribe: “Cuando cualquiera de los partidos gana una elección, un cierto porcentaje del lado perdedor habla abiertamente de salir del país. Se agitan y llegan a tener miedo por el futuro. Han colocado el tipo de esperanza en sus líderes políticos y las políticas que alguna vez estuvo reservada para Dios y para la obra del Evangelio. Cuando sus líderes políticos quedan fuera del poder, experimentan una muerte. Creen que si sus políticas y gente no están en el poder, todo se vendrá abajo… En nuestra política [creemos] que los oponentes no están simplemente equivocados, ellos son absolutamente malvados”.
Jesús les da a Sus seguidores que son Demócratas, Republicanos o independientes, el principal secreto para vivir juntos en paz. Él dice: “Hazme el centro de tu vida. Hazme el centro de tu relación con los demas, y la política no los separará”. Podremos vivir juntos en paz y ser una “ciudad colocada en el monte” con Cristo en el centro.
Oración + reflección
- Ore y humíllese delante de Dios. Pídale remover toda idolatría de su corazón y que, sobre todo, llene su corazón y mente con Sus palabras.
- Pase algún tiempo pensando en personas que usted conoce que son totalmente diferentes a usted. Pídale al Señor darle Sus ojos para verlos y amarlos donde están, y que bendiga todas sus interacciones con ellos.
- Pídale a Dios sabiduría y cuidado cuando tiene conversaciones con otras personas, y hágalo a Él el centro de todo encuentro que tenga esta semana.
- Al prepararnos para la próxima elección, ore por un espíritu de unidad nacional. Pídale al Señor sanar las fracturas que existen entre generaciones, culturas, etnicidades, y hombres y mujeres, como solo Él puede hacerlo.
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