Randy Remington
Randy Remington

Cuando se trata del nacimiento de Jesús, hay cosas sobre la historia que parecen obvias. Un gobierno necesita un censo para poder recoger los impuestos apropiados. Una joven, con nueve meses de un embarazo escandaloso, da a luz. Algunos familiares la apoyan, mientras que otros en la comunidad sospechan de su carácter (insinuado en Juan 8). Y así, una pobre joven pareja tiene que conformarse con un alojamiento rudimentario al final de un largo viaje sin poder disfrutar del cálido abrazo de la familia.

Todas estas observaciones están disponibles al observador casual. No necesitamos la ayuda de Dios para verlas. Sin embargo, para realmente ver más allá de lo obvio se requiere de la intervención sobrenatural. La gente de los días del Señor necesitaba la milagrosa revelación de Dios para ver a Jesús como Quien era realmente.

Dios intervino de maneras inesperadas, comenzando con el anuncio del nacimiento de Jesús a María, que fue precedido por un pronunciamiento similar a Zacarías y Elisabeth (Lucas 1:11-17 y 26-28). Continuó cuando Dios le aseguró a José que su prometida era pura y que el Espíritu Santo había concebido su hijo (Mateo 1:20-21). También vemos a Dios usar una estrella milagrosa (Mateo 2:1-2), profecías antiguas (Mateo 2:5-6), la llenura del Espíritu Santo (Lucas 1:41-42), y una hueste angelical (Lucas 2:13) como parte de Su plan.

Dios usó todos estos medios extraordinarios para hacer una cosa: Él reveló a Su hijo a un pueblo que, por generaciones, había esperado la venida del Mesías prometido. Ellos necesitaban el involucramiento sobrenatural de Dios para ver, conocer y adorar a Jesús. De otra forma, hubieran podido perderse la oportunidad de dar la bienvenida al Mesías, distraídos por las circunstancias cotidianas de sus vidas, las “preocupaciones del mundo”, como las llama la Biblia (Marcos 4:19, NBLA). Eso sigue siendo cierto para la gente hoy día. Es por eso que es importante que recordemos estas sencillas verdades al celebrar el nacimiento de Jesús esta Navidad:

  • La percepción espiritual siempre se basa en la revelación e intervención de Dios.
  • Dios siempre toma la iniciativa, invitándonos a responderle con confianza y amor.
  • Dios pretende que Jesús sea conocido y adorado (Filp. 2:9-11), y hará todo lo posible para asegurar esa respuesta.
  • Las cosas que nos limitan, no limitan a Dios. ¡Ni siquiera podemos imaginarnos las opciones a Su disposición!

“Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: ‘Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer’.” (Lucas 2:15, NVI).

Oración + Reflexión

  1. Entréguele las preocupaciones de este mundo al Señor, y permítale quitar de sus hombros la carga de la preocupación.
  2. Pídale a Dios abrir sus ojos mediante Su intervención sobrenatural, para que usted vea Sus obras y maravillas alrededor suyo.
  3. Prepare su corazón para recibir al Señor, y haga “lugar” para Él cada día de esta semana.
  4. Pídale al Señor Su continua protección sobre aquellos que están viajando, sanidad para los afectados por la enfermedad y consuelo para quienes están separados de sus seres amados y familiares en esta época.

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es presidente de La Iglesia Cuadrangular (Estados Unidos).
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