Cuando los confinamientos de la pandemia resultaron en la cancelación de cultos de las iglesias en toda Sudamérica, la extensa agenda de viajes del director global asociado de FMI, Paul Otremba, se detuvo en seco.
De repente, numerosas sesiones de entrenamiento de liderazgo en las 17 naciones que el veterano misionero Cuadrangular supervisa, fueron canceladas. Esto atenuó los esfuerzos que él había estado realizando desde el 2015 de discipular a la iglesia emergente – es decir, a pastores y líderes espirituales menores de 40.
“El cuerpo de pastores y líderes en Latinoamérica está envejeciendo”, dice Paul, 65, quien planea pasar el testigo de su propio rol en FMI a la próxima generación más adelante este año. “En los próximos tres a cinco años, vamos a enfrentar una falta de líderes para llenar las posiciones existentes. Tuvimos retiros de líderes jóvenes en los últimos años para ayudar con eso, pero con la pandemia todo cerró «.
Sin embargo, de la crisis emergió la oportunidad. Con las videoconferencias de Zoom, Paul determinó una solución. Él rápidamente diseñó un proyecto piloto conocido como Foro para Líderes en Movimiento (FLM). Diseñado para un máximo de 20 personas, donde los participantes asistían por medio de una invitación personal y a menudo disfrutaban de grupos pequeños.
“Estas son personas que quieren ver un cambio y avanzar y desarrollar el potencial para alcanzar a su nación.” —Paul Otremba
El FLM buscó facilitar la reflexión y el diálogo sobre diferentes temas para promover el crecimiento personal y equipar a los líderes. Las sesiones iniciales exploraron principios del libro de los Hechos que expandieron a la iglesia hasta lo último de la tierra. Además, Paul animó al grupo a ver videos con presentaciones del líder Cuadrangular John Amstutz y a leer su libro, Discípulos a Todas las Naciones.
Las reuniones de cada quince días no solamente produjeron resultados alentadores, sino que durante los siguientes seis meses, se comenzó un segundo grupo. Participantes de media docena de países también comenzaron a capacitar informalmente a otros líderes.
“Estas son personas que quieren ver un cambio y avanzar y desarrollar el potencial para alcanzar a su nación”, dice Paul. “Los líderes jóvenes quieren seguir adelante y ver ciertas cosas cambiar, especialmente el cómo hacemos iglesia”.
Si bien las creencias centrales no estaban en duda, Paul dice que estas sesiones descubrieron la necesidad de un arrepentimiento y creencia en Cristo más profundos. Al introducir a otros a la fe cristiana, él dice que demasiada gente solo pide a los no creyentes que levanten su mano para afirmar su fe.
“Descubrimos en el libro de los Hechos el arrepentimiento, el creer en Cristo, el bautismo en agua y el bautismo con el Espíritu Santo”, dice Paul. “Estos son clave para la vida en Cristo”. A veces no los predicamos como deberíamos. Esto ha afectado la forma en que las personas comienzan su caminar con Jesús. A veces las personas tienen problemas para conectarse con Cristo porque su iniciación no está completa «.
Otro enfoque que los grupos de menores de 40 exploraron es la necesidad de una hermenéutica sólida—la interpretación de textos bíblicos. En el continente Sudamericano hay doctrinas de prosperidad y otros movimientos que pueden desviarse de la Biblia, observa Paul, añadiendo que también se requiere un mayor énfasis en el ministerio de todo el cuerpo.
Este tipo de desarrollo espiritual práctico es una razón por la que el director global asociado de FMI aprecia que el Fondo Global de Misiones sufrague el costo de Zoom para aquellos que, de otra forma, no pudiesen pagarlo.
Aun cuando la pandemia disminuya, Paul planea continuar el discipulado digital, aunque dice que los grupos deberían limitarse a un año, e incluir a uno o dos co-facilitadores.
“Cuando terminemos este ciclo, queremos juntarnos durante un fin de semana para conectarnos, hablar, orar y divertirnos un poco”, explica Paul. “A los latinoamericanos les gusta estar juntos. Podemos aprender el uno del otro. Zoom es una ayuda, pero no lo es todo”.
