Todos y cada uno de los seguidores de Jesús están llamados a estar en misión. La misión no es solo para unos pocos de nosotros, para la élite, o para los excepcionalmente dotados. El pueblo de Dios está llamado a ser gente que va, cruzando toda frontera y barrera para compartir las Buenas Nuevas del reino de Dios. De hecho, las instrucciones finales de Jesús a Sus discípulos antes de Su ascensión hacen eco de esta verdad: “Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos” (Marcos 16:15, NTV).
Así que, si estamos llamados a estar en misión, ¿qué se supone que hagamos en cuanto al 2020? ¿Cómo se ve la misión en un mundo con órdenes de quedarse en casa y cuarentena? ¿Es siquiera posible vivir en misión en medio de la pandemia?
Sospecho que este año, al igual que yo, usted ha ido a menos lugares que nunca antes. Paseos, conferencias y viajes de misiones de verano han sido cancelados y, de momento, hasta se puede sentir como si la misión de Dios haya sido pospuesta indefinidamente. La buena noticia es que eso no es verdad. La misión de Dios no está suspendida. En medio de toda la alteración de nuestros paradigmas normales de ir, Jesús nos está invitando a reconsiderar qué significa estar en misión con Él.
La vida en misión no depende de boletos de avión, pasaportes o grandes reuniones de personas; más bien, el único requisito es mi obediencia diaria a escuchar la invitación del Espíritu Santo de ir y unirme a lo que Él está haciendo justo donde estoy, en mi ciudad, en mi vecindario, aún en mi edificio de apartamentos. Puede que no estemos en movimiento, pero Dios sí. Él se está moviéndo en usted, en su vecino, en su comunidad y alrededor del mundo—¡y sigue invitándonos a ir y unirnos a lo que Él está haciendo!
Suena bien, ¿verdad? La pregunta es, ¿qué hacemos realmente para unirnos a Él en misión en medio de nuestra realidad de quedarnos en casa? En caso de que usted se sienta algo atascado, aquí están algunas ideas sencillas de cómo unirse a Dios en misión en medio de una pandemia.
Sea un buen vecino
Me da vergüenza admitirlo, pero antes de la pandemia, realmente no era una buena vecina. No hacía fiestas ruidosas o me quejaba por pequeñeces, pero la verdad es que, simplemente no prestaba atención a mis vecinos.
Este año, esta interrupción, nos ofrece la oportunidad de salir, hablar con nuestros vecinos, hacerles mandados e invitarlos a comer con nosotros (mientras nos adherimos a las directrices locales de seguridad y distanciamiento). Y, al buscar su bienestar de maneras prácticas, tal vez hasta descubramos que Dios ya nos ha enviado las naciones a nosotros.
Vaya a los ignorados y de escasos recursos en su comunidad
Los tiempos difíciles siempre impactan a los vulnerables de manera desproporcionada, y esta pandemia no es diferente. Los padres están teniendo que escoger entre ir a trabajar y cuidar de sus hijos. Los inmigrantes recién llegados se encuentran a sí mismos, de repente, con la expectativa de administrar el aprendizaje a distancia de sus hijos. Los estudiantes internacionales han tenido que escoger entre terminar su educación o ver a sus familias. Muchos adultos mayores están viviendo en profundo y extenso aislamiento.
La vida en misión no depende de boletos de avión, pasaportes o grandes reuniones de personas; más bien, el único requisito es mi obediencia diaria a escuchar la invitación del Espíritu Santo de ir y unirme a lo que Él está haciendo justo donde estoy.
¿Cómo se vería si decidiéramos que nuestros viajes misioneros no fueron realmente cancelados, sino que, en cambio, simplemente fuimos reasignados a nuestras propias comunidades? Pienso que se vería algo así como ofrecer tutoría y apoyo educativo para el aprendizaje a distancia, comidas caseras para estudiantes internacionales, entrega de víveres para adultos mayores y apoyo adicional a la despensa local de alimentos. ¿A quién le está llamando Dios a ir y servir justo en su propia comunidad?
Dé ánimo y recursos
Como parte de La Iglesia Cuadrangular, tenemos el privilegio de estar conectados a gente que está en misión alrededor de todo el mundo. Los obreros de las Misiones Cuadrangulares Internacionales (FMI) están ubicados estratégicamente en naciones y contextos que no podemos visitar actualmente. Aunque este año no podemos llevar a nuestros equipos misioneros a trabajar junto a ellos, todavía podemos asociarnos con ellos.
Muchos de estos obreros están enfrentando nuevos desafíos, incluyendo el aislamiento y la necesidad apremiante en los países donde sirven. Contáctese con un obrero de FMI—anímelo y ore por él/ella. Dé financieramente, empoderándolos para ser las manos y pies de Jesús en el lugar donde sirven. ¡La distancia no puede impedirnos ser parte de la misión!
Jesús dijo: “Da toda tu atención a lo que Dios está haciendo ahora mismo, y no te preocupes por lo que pueda o no, pasar mañana. Dios te ayudará a lidiar con cualquier cosa difícil que surja cuando llegue el momento” (Mateo 6:34, MSG, traducción libre al español). La misión de Dios no está cancelada; ni siquiera está suspendida. Dios nos está llamando a prestar atención y a unirnos a lo que Él está haciendo. ¡Vayamos!