Zach B. en Turquía

A lo largo de los últimos par de años, Zach B. (apellido omitido por razones de seguridad) jugó un rol clave en abrir la puerta para el evangelio en Turquía—pero cuando abría la puerta a las personas que visitaban su iglesia en Estambul, siempre tenía una mano en el gas pimienta en su bolsillo.

La consciencia de seguridad del padre estadounidense de cuatro hijos fue provocada por tres amenazas de muerte recibidas durante su tiempo en el país islámico, ira que fue provocada por el impacto que estaba teniendo. Zach ayudó a plantar siete iglesias, viendo a 100 antiguos musulmanes bautizarse en un periodo de dos años—resultados impresionantes en una nación de unos 80 millones, donde toda la población cristiana es menor al tamaño de una mega-iglesia estadounidense: menos de 10,000.

Como resultado, él fue uno de alrededor de 60 cristianos extranjeros obligados a dejar el país recientemente—junto con su esposa Laura, y sus hijos—cuando sus visas no fueron renovadas. Pero consciente de la creciente naturaleza estratégica de Turquía en la región MENACA (Medio Oriente, Norte de África, Asia Central) incondicionalmente musulmana, él espera estar involucrado con el país de alguna manera continua.

“Creo que estamos en el siglo para que más musulmanes lleguen a Cristo de lo que jamás hayamos visto en la historia”, dice Zach. “Es emocionante ver lo que Dios está haciendo, no solamente en Turquía, sino también en otros países en esa parte del mundo. Pero necesitamos ver la visión para las misiones. La iglesia no crece a menos que la gente vaya”.

Zach y su familia fueron a Turquía en 2007, donde pasaron sus primeros cinco años en la capital, Ankara, trabajando al lado del líder nacional Cuadrangular de mucho tiempo, Ihsan Ozbek. El misionero de área de Misiones Cuadrangulares Internacionales para MENACA, Sam Winston, nota cómo Zach e Ihsan comparten la misma visión para la Cuadrangular en Turquía: “alcanzar su población principal, ministrando a los refugiados e inmigrantes dentro de sus fronteras, y enviando obreros a las naciones circundantes”.

Tras mudarse a Estambul en 2012, Zach fue parte de la plantación de varias iglesias de habla turca y árabe en la región, como también en Irán y Alemania, en parte por medio del ministerio a refugiados. Sueños, visiones y milagros fueron clave para que muchos antiguos musulmanes llegaran a la fe en Jesús.

Zach atribuye mucho del fruto a dos énfasis: trabajo en equipo y dependencia en el Espíritu Santo. “Dimos gran valor a ser guiados por el Espíritu en cada decisión que tomamos”, dice. “Simplemente tratamos de ser barro en las manos de Dios para que Él pudiese formar un poco de obra del reino”.

“Creo que estamos en el siglo para que más musulmanes lleguen a Cristo de lo que jamás hayamos visto en la historia”. —Zach B.

Esos avances no llegaron sin oposición. Ahí estuvieron esas tres amenazas contra su vida, una de ellas de un grupo de ISIS. Poco después de que la nueva iglesia en Estambul abrió, fue atacada por una turba de jóvenes—de allí el gas pimienta que cargaba por precaución. Ahora policías armados vigilan afuera cada domingo.

Aunque Turquía es oficialmente un estado secular, hay una fuerte influencia islámica, y es ilegal compartir el evangelio con menores de 18 años. “No es un lugar fácil para servir”, reconoce Zach. “Es un lugar oscuro”. Ihsan habla del alto precio que la gente puede pagar por volverse cristiana; se arriesga a ser excluida por sus amigos y familias, perder sus trabajos, y enfrentar violencia o aún la muerte.

Sin embargo “hay un hambre espiritual aquí”, dice Ihsan, quien además de pastorear la iglesia más grande del país, en Ankara, supervisa las 33 congregaciones Kurtulu de la Cuadrangular, que reciben su nombre de la palabra turca para “salvación”. Entre aquellos que continuarán la obra que Zach comenzó, hay miembros Kurtulu que han completado un programa de entrenamiento de liderazgo que él también estableció.

Él minimiza su parte en todo lo que ha sucedido. “Lo que hemos visto es que Dios llama a muchas personas diferentes de trasfondos diferentes”, dice él. “Necesitamos a todos; todos tienen algo que ofrecer, algo que dar”.

es un escritor independiente que vive en Santa Rosa Beach, Florida.
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