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Dios todavía sigue siendo el Dios de la historia. Dios nunca forma un pueblo ni lo mueve de un lugar a otro sin que tenga un propósito redentor que está alineado con su misión de bendecir todas las familias de la tierra con salvación y vida eterna.

En los últimos 500 años, Dios se dio a la tarea de formar a los latinoamericanos como un pueblo de descendientes de inmigrantes europeos, asiáticos, africanos y del medio oriente que se han “mezclado” con los pueblos indígenas, nativos de estas tierras. Es decir, los latinoamericanos no somos marrones como suelen referirse a nosotros, somos blancos, amarillos, rojos, negros, dicho de otra manera, somos todos los colores.Además, en todo el continente conservamos aspectos culturales de las naciones o pueblos de origen de nuestros antepasados. Como si eso fuera poco, no comemos sólo burritos, nuestra dieta cultural incluye también “steamed rice”, puré, bistec, falafel y la lista continúa.

No solamente eso, Dios también ha emigrado a millones de latinoamericanos a los Estados Unidos, una nación diseñada para las misiones. Lo ha hecho con el propósito de movilizar a sus generaciones a las naciones y a los pueblos no alcanzados, con los cuales encuentran una particularidad, no tienen mayores barreras de prejuicios o barreras culturales con estas naciones, porque tienen muchas cosas en común, desde la apariencia hasta las costumbres.

Las siguientes generaciones hispanas deberían ser formadas de tal manera que abrazan su propósito dentro del plan misional y redentor para su generación. Incluso deben entender su lugar en la historia y cómo su diversidad cultural, apariencia física y la habilidad de hablar dos o más idiomas los hace tremendamente valiosos como individuos y como generación para extender el reino y la misión de Dios.

Los pastores y los padres hispanos debemos asumir nuestra responsabilidad de formar a nuestros hijos, nuestros niños y jóvenes, como ministros y líderes del reino de Dios que van a estar posicionados en todas las esferas de influencia de la sociedad, en esta nación y en otras naciones y pueblos.

Sugiero algunas acciones prácticas a tener en cuenta como pastores y como padres al liderar las siguientes generaciones:

  • Crea en sus hijos, sus niños y jóvenes, y en sus generaciones. Entienda quienes son como generación en el plan misional de Dios. Tome tiempo para pensar, investigar y orar, así Dios le mostrará cuál es Su plan para sus hijos y para los jóvenes de su iglesia.
  • Decida dejar de ser monocultural y monolingüe (si es que se ha quedado estacionado allí). Debemos liderar a nuestros hijos desde la inmersión y encarnarnos en el mundo de ellos para poder habilitarlos al propósito eterno y misional de Dios en su generación.
  • Escuche a sus hijos, sus niños y jóvenes, para empoderarlos. Pase menos tiempo hablándoles y reúnase con ellos periódicamente para escucharlos y darles la libertad de ser y hacer lo que ellos son y lo que ellos sienten que tienen que hacer.
  • Concientice a sus hijos, sus niños y jóvenes, sobre el diseño y el propósito de dios para su generación. Ayúdeles a entender como el hablar más de un idioma y crecer interaccionando con más de una cultura es una bendición y un don de Dios para ellos como personas y como generación.
  • Discipule a sus hijos, sus niños y jóvenes, para enviarlos donde dios los llame. Fórmelos para ser ministros y líderes de la iglesia y en la sociedad, encaminándolos hacia donde Dios les esté llamando.

is the national Hispanic missional coach for The Foursquare Church and serves as chairman of the National Hispanic Commission.
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