Me encantaría poder revisitar momentos perdidos—en mis predicaciones y, especialmente, en mis oraciones. Solía orar por mí mismo, por aquellos que amaba y por la iglesia a la cual servía. Después oraba por personas preciosas que desesperadamente estaban buscando un milagro del cielo.
Al reflexionar, me doy cuenta que a menudo mis sermones y oraciones públicas eran reacios al riesgo. Debido a que mis oraciones personales por lo sobrenatural muchas veces no se hacían realidad, comencé a dudar que también podían serlo para otros.
Si vamos a alcanzar al mundo con el poder del evangelio que cambia vidas, debemos ser personas que asumen riesgos, que piden y esperan en grande. No estamos tratando que la gente haga una oración, sino que descubran a un Dios real, personal y poderoso con poder del Espíritu Santo (1 Cor. 2:4). Dios quiere que demos un paso de fe y creamos en Él.
O, Dios, que no solamente oremos por salvación y liberación, pero que traigamos todo el evangelio en palabra como también en hechos a aquellos que alcanzamos.
Oración + Reflexión
- Pídale a Dios hacer lo que sea necesario para colocarlo a usted en situaciones que requieren más fe de la que usted cree que tiene.
- Pídale a Dios recordarle Su poder y presencia cuando se enfrente a situaciones aparentemente imposibles.
- Cuando el temor parezca prevalecer, alabe a Dios por lo que Él dijo que haría, no por lo que usted ve, o cree que ve.