Jerry Stott

“Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora”. (Mateo 9:20-22, RV1960)

Había acabado de leer esas escrituras cuando una mujer lisiada comenzó a gritar: “¿Él también me tocaría?” Oramos y ella fue sanada instantáneamente. Este fue el comienzo que desencadenó más de 150 sanidades en los siguientes años.

Las noticias se difundieron; pronto la gente estaba trayendo a amigos y vecinos de todos lados. Dos adolescentes nacidos sin tímpanos fueron sanados. Uno comenzó a hablar inmediatamente en lenguas y no podía parar. La otra gritó porque escuchó música por primera vez y era demasiada alta para ella.

A continuación me trajeron a un hombre ciego. Juntos oramos por él para que primero entregara su vida a Jesús. Tan pronto que dijimos “Amén”, su vista fue restaurada.

A lo largo de los años he aprendido algunas claves muy importantes:
• Todas las sanidades de las que he sido testigo, han sido con personas creyendo en la sanidad, como la mujer que presionó a Jesús.
• Siempre esté dispuesto a acercarse y orar por la gente cada vez que tenga la oportunidad.

Esté atento a cómo Dios lo sorprenderá.

Oración + Reflexión
1. Pida al Señor oportunidades para ser usado por Él como una vasija de sanidad para gente adolorida.
2. Ore y crea por una fresca unción del Espíritu Santo para orar por sanidad por aquellos en necesidad.
3. Ore por una mayor audacia y un mayor nivel de fe para dar un paso al frente cuando las oportunidades surjan.

misionero de área para el Pacífico Sur con Misiones Cuadrangulares Internacionales.
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