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Mi trabajo como psicólogo me permite escuchar y ser parte de las historias más extraordinarias y extrañas, felices y tristes de líderes en mi comunidad. Después de años de trabajo clínico, me he preguntado, ¿qué facilita el éxito y la longevidad de un líder en el ministerio? En este espacio tan limitado quiero compartir sólo cuatro principios básicos en relación a esta pregunta.

Mantener una vida sexual sana.

Vivimos en un mundo altamente sexualizado. Mientras que es muy fácil hablar sobre lo que es malo en materia sexual, he leído muy poco sobre lo bueno y deseable en esta área.  Salomón nos guía sabiamente al exhortarnos: «Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de tu vida fugaz que El te ha dado bajo el sol… porque esta es tu parte en la vida» (Ecl. 9:9, LBLA). Lo más espiritual que un líder sano puede hacer no es tanto luchar contra el sexo, sino más bien tener una vida sexual activa y mutuamente satisfactoria con su pareja.

Mantener una vida recreacional activa.

Después de tratar a docenas de pastores, me ha resultado evidente que la gran mayoría no tiene ninguna actividad recreacional estructurada.  Son muy pocos los que se divierten con regularidad por placer personal. Sus vidas están orientadas al trabajo ministerial porque les trae inmensa gratificación. Pero cuando se queman por las abrumantes demandas de la iglesia, no tienen ninguna otra actividad que les satisfaga. Esto crea una incapacidad de experimentar placer y conduce a la depresión. He aprendido que invertir tiempo en divertirme me hace muchísimo más efectivo en mi trabajo.

Mantener una vida intelectual inquisitiva.

Siempre les digo a mis estudiantes que empecé a aprender después de haberme graduado. El tener que dar respuestas a problemas reales me hizo consciente de lo anticuado y difícil de entender que era el material que aprendí en la universidad y el seminario. Esto se agudizó aún más cuando empecé a enseñar. Si no me mantengo al tanto de los avances en la ciencia o de las corrientes filosóficas/teológicas que afectan a mis congéneres, me torno irrelevante. El antídoto es la lectura. Mi meta básica es leer dos libros al mes.

Mantener una vida física activa.

Con el pasar de los años, he comprobado el dicho de que si no encuentro tiempo para hacer ejercicio, tendré que encontrar tiempo para enfermarme. De ésto no podré escapar por espiritual que sea mi excusa para la inactividad. Mi esposa me enseñó que el mejor ejercicio es el que disfruto. Caminar 45 minutos en la mañanita me ha brindado tiempo con Dios, con su creación y conmigo mismo. Me ha vuelto más saludable también.

El Doctor Marcel Pontón, Profesor Clínico Asociado del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California en Los Ángeles y Profesor Asociado Adjunto de Consejería Pastoral en el Seminario Fuller en el sur de California

(La Iglesia Cuadrangular) fue fundada en 1923 como un movimiento con un mensaje y una misión.
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