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Glenn Burris Jr.

No tienes nada que hacer sino salvar almas. Por lo tanto, gasta y gástate en esta obra. Y ve siempre, no solo a quienes te necesitan, sino a quienes más te necesitan». —John Wesley

El número de personas que necesitan el evangelio y que están listas para ser alcanzadas hoy no tiene precedencia. La declaración profética que Jesús hizo referente a la cosecha aplicó no solo a los 12 discípulos, sino también a todos los futuros discípulos hasta el fin de los tiempos.

La cosecha de gente no alcanzada es aun abundante y los obreros son pocos. Como la iglesia, tenemos dos respuestas de obediencia para con el Señor de la cosecha. Las manos y los pies aun importan en la misión de Dios, pero Jesús también nos dijo que empecemos con oración:

«Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies». (Mateo 9:38, LBLA)

Tenemos una invitación que es clara y prioritaria de parte de Jesús de conectarnos con Dios en el proceso de alcanzar a todas las personas. Ya sea en soledad o en comunidad, la unión de nuestras manos en oración es la primera llave para abrir el camino para alcanzar al mundo con el evangelio.

Con casi 7,000 grupos de personas no alcanzadas representando más del 41 por ciento de todo el mundo, se necesitan pies desesperadamente. Aún necesitamos enviar y ello significa que aún tenemos que ir. Como escribió el apóstol Pablo refiriéndose a Isaías: «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien» (ROM. 10:15 LBLA)

Dios eligió y envió a su Hijo a nosotros, quien a su vez nos envió su Espíritu para interceder por nosotros. Reflejamos esta misericordia y esta obra cuando oramos por la cosecha y cuando respondemos en obediencia a su mandamiento de ir y hacer discípulos de todas las naciones. El Señor de la cosecha nos ha llamado a cada uno de nosotros. ¿Estamos escuchando?

sirvió como el presidente de La Iglesia Cuadrangular de 2009-2020.
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